Desde los inicios de la humanidad, el hombre siempre ha tenido conciencia sobre la importancia de la salud bucodental y la conservación o sustitución de las piezas dentales. No obstante, cada civilización lo ha hecho, a lo largo de la historia de la implantología oral, desde una perspectiva muy diferente.
Mientras unas civilizaciones realizaban implantes dentales para mantener la estética de la sonrisa de las clases más altas, otros utilizaban la implantología para embellecer los cadáveres de sus seres queridos. Lo que sí tenían en común estas intervenciones era su función puramente estética; en esos momentos, no se planteaban la recuperación de la funcionalidad masticatoria a través de prótesis dentales.
El primer implante dental del que se tiene constancia se remonta al Neolítico, y consistía en un fragmento de falange de un dedo que había sido insertado en el alveolo del segundo premolar superior derecho del cráneo de una mujer joven.
Afortunadamente, las técnicas aplicadas hoy en día en implantología distan mucho de la utilizada con ese implante neolítico. Ahora, contamos con la última tecnología, nuevos materiales e infinidad de posibilidades para optimizar el proceso y asegurar el bienestar del paciente.
Pero para llegar a este punto, la historia de la implantología oral ha recorrido un largo e interesante camino; ¿damos un repaso a sus primeros pasos?
Edad Media: la implantología más rudimentaria y, sin embargo, sofisticada
Los implantes dentales de los mayas
La cultura maya hizo grandes descubrimientos en implantología, siendo los responsables de los restos antropológicos más tempranos de implantes dentales colocados in vivo.
Fue en 1931 cuando el arqueólogo Popenoe descubrió en Honduras una mandíbula del año 400 d.C. con tres fragmentos de concha de Sagaamote insertados en los alvéolos de los incisivos. Los estudios radiológicos mostraron la formación de hueso alrededor de las inserciones, lo que lleva a suponer que fuesen colocados mientras el sujeto estaba vivo.
También en Honduras, se encontraron indicios del primer implante de piedra colocado en una mandíbula humana, y data, aproximadamente, del año 800 d.C.
Implantología egipcia
Además del hecho de que el primer dentista del que se tiene constancia era el egipcio Hesi-Ra, se sabe que fue durante el periodo egipcio cuando la salud bucodental empezó a relacionarse con la salud general.
Los egipcios utilizaban como implantes dientes de otros humanos y de animales, así como piedras o metales preciosos, estos últimos reservados a los más pudientes.
Desarrollaron, además, una técnica para estabilizar los dientes afectados por periodontitis: una ligadura de alambre de oro que los afianzaba y estabilizaba.
El papel de los etruscos en la historia de la implantología oral
Los etruscos pueden ser considerados «los padres de la prótesis dental», ya que fueron los responsables de elaborar una de las primeras prótesis dentales fijas de la historia (del siglo IV a.C.), conformada por una banda de oro puro en la que se incrustaron dientes de animales. Actualmente, se encuentra expuesta en el Museo de la Escuela Dental de París.
Este pueblo era muy minucioso en la elaboración de sus trabajos, y destacaron por desarrollar prótesis y puentes dentales realmente avanzados con materiales que hasta ese momento no se habían utilizado, como conchas de mar y marfil. Más tarde, empezarían a utilizar dientes humanos y animales, prefiriendo estos últimos.
Para elaborar sus prótesis y puentes, preparaban tiras de oro blando con las que rodeaban los dientes sanos y los dientes artificiales, soldando unos a otros.
Edad Media: comienza la concienciación sobre el procedimiento implantológico
En el siglo X, Abulcasis, médico y científico andalusí considerado «padre de la cirugía moderna» y el mejor cirujano de la Edad Media, escribió: «En alguna ocasión, cuando uno o dos dientes se han caído, pueden reponerse otra vez en los alvéolos al unirlos de la manera indicada con hilos de oro. Esta operación debe ser realizada con gran delicadeza por manos habilidosas».
Con este breve párrafo, vemos que durante la Edad Media ya se tenía conciencia del procedimiento de implantología oral. De hecho, durante este periodo, los implantes dentales se pusieron muy de moda entre los nobles y militares de alto rango, que exigían a sus cirujanos una dentadura perfecta.
Para ello, estos cirujanos utilizaban como «donantes» a los plebeyos, sirvientes o soldados. No obstante, estas prácticas no duraron mucho, ya que la tasa de fracaso era muy alta y la transmisión de enfermedades muy frecuente.
El progreso de la implantología no ha sido consistente, sino muy paulatino y con subidas y bajadas; no obstante, cada uno de los pasos dados han hecho que, hoy, el sector dental sea uno de los más avanzados y con más proyección hacia el futuro.