Todo el mundo sabe que una buena higiene dental comienza por un cepillado regular, lo que tal vez no está tan extendido es que el hilo dental y el enjuague no son meros complementos del cepillo de dientes. O que el chicle jamás sustituirá al cepillado, sin importar el poco azúcar que contenga.
A lo largo de los años, estas y otras muchas afirmaciones se han establecido como realidades en el imaginario que rodea a la higiene dental cuando, en la mayoría de los casos, se trata de mitos que tendemos a creer sistemáticamente solo porque «lo hemos escuchado toda la vida».
¿Desmontamos unos cuantos mitos sobre el cepillado de dientes?
Los mitos más extendidos sobre el cepillado de dientes
Hay que cepillarse los dientes justo después de comer
Esta es, muy probablemente, la creencia más extendida. Después de comer, hay que lavarse los dientes, sí, pero ¿es necesario hacerlo ipso facto? Lo cierto es que no, de hecho, lo aconsejable es esperar alrededor de 20 minutos tras cada comida para cepillarlos.
La razón es simple: cuando comemos, sube la acidez del pH de nuestra boca. Esto provoca que el esmalte se ablande, y si nos cepillamos justo en ese momento, corremos el riesgo de dañarlo y desproteger nuestros dientes, que es justo lo que pretendemos evitar con el cepillado.
Hay que mojar el cepillo de dientes antes de usarlo
No es un rotundo no, pero lo cierto es que no es necesario hacerlo, ya que, cuando mojamos las cerdas del cepillo, contribuimos a «neutralizar» las propiedades del dentífrico.
Los expertos tienen, de hecho, opiniones muy variadas respecto a este tema: mientras unos recomiendan poner la pasta directamente sobre el cepillo seco, otros recomiendan mojar un poco las hebras antes de aplicar el dentífrico.
Sea como sea, ambas posturas coinciden en un punto: si vamos a mojar el cepillo, que sea lo mínimo posible para conservar todas las propiedades de la pasta dental y la capacidad del cepillo para arrastrar la suciedad.
Cuanto más enérgico sea el cepillado, más limpios quedarán los dientes
Cepillar muy fuerte tus dientes no va a hacer que queden más limpios.
La calidad de un cepillado no reside en lo fuerte que pasemos el cepillo por los dientes, sino en que lo hagamos concienzudamente, con movimientos suaves y controlados que abarquen cada pieza dental desde todos los ángulos posibles.
Si mastico chicle, no hace falta que me cepille los dientes
Bien es cierto que, al masticar chicle, generamos más saliva, que es la forma natural de nuestra boca para limpiarse. No obstante, y aunque el chicle puede servir como apoyo en la limpieza, jamás será un sustitutivo de esta, ya que, aunque combate algunas bacterias, no retira los restos de comida que después pueden derivar en placa.
El hilo dental es un mero complemento del cepillado
Cuando se habla de higiene bucal, solemos pensar exclusivamente en el cepillado, pero utilizar hilo dental no es complementario a este, sino igual de imprescindible.
Cada utensilio tiene su función: las cerdas del cepillo eliminan la placa bacteriana, la pasta dental aporta beneficios extra como la disminución de los microorganismos o un plus de flúor para prevenir las caries, y el hilo dental llega a todos esos recovecos que el cepillo no alcanza.
Así que, no, el hilo dental nunca fue únicamente un complemento del cepillado, sino un paso más de una higiene bucodental completa.
Es normal que las encías sangren durante el cepillado
El sangrado de encías solo se produce cuando existe alguna infección, siendo la gingivitis y la periodontitis las causas más frecuentes. Por esa razón, ningún sangrado bucal puede considerarse normal, a no ser que acabemos de realizarnos una intervención quirúrgica en la zona.
Como respuesta a este sangrado, hay quienes consideran que la solución es evitar el cepillado, pero si hacemos esto, lo único que conseguiremos es que la infección y la irritación aumenten y el sangrado se agrave.
La otra cara de la moneda: las verdades universales sobre el cepillado dental
El cepillado antes de acostarse es fundamental
Como ya hemos mencionado, la saliva es el mecanismo natural de la boca para protegerse, y por la noche, generamos mucha menos saliva, por lo que no contamos con esa barrera antibacteriana; al menos, no en la misma medida.
Por esta razón, cepillarse los dientes antes de acostarse es importantísimo, ya que es cuando eliminamos todos los restos susceptibles de formar la placa bacteriana.
Es necesario renovar el cepillo de dientes cada tres meses
Con el paso del tiempo, las cerdas del cepillo pierden su eficacia, y tendemos a compensar esa debilitación ejerciendo más presión durante el cepillado, con lo que podemos dañar nuestros dientes.
Según la ADA (American Dental Association), lo correcto es renovar el cepillo cada 3 o 4 meses, ya que, después de este tiempo, las cerdas comienzan a desgastarse y romperse, provocando que los dientes no se limpien correctamente. Así evitamos, además, la acumulación de bacterias en el propio cepillo, algo inevitable a largo plazo.