Cuando Per-Ingvar Brånemark (1929-2014) descubrió la osteointegración, estaba investigando algo ligeramente diferente: la microcirculación sanguínea en la médula ósea. 

Para este estudio, llevado a cabo en conejos, desarrolló un sistema que consistía en un cilindro de titanio con una pequeña cámara óptica que, introducida en el fémur del conejo, le ayudaría a ver la circulación de la sangre en el hueso.  

Tras varios meses, y una vez el estudio hubo finalizado, Brånemark quiso recuperar la microcámara para reutilizarla en otro proyecto, pero al intentar extraerla se encontró con una sorpresa: fue incapaz de separarla del hueso porque se había adherido a él. 

Brånemark bautizó a este proceso de integración entre titanio y hueso como «osteointegración». 

Pero ¿cómo se le ocurrió usar titanio para ello? La selección del material fue, también, cuestión de azar. Uno de sus colegas de la Universidad de Lund, Hans Emneus, le habló sobre «un nuevo material que venía de Rusia y que él estaba probando en prótesis de cadera». Se trataba del titanio. 

No obstante, y tal y como el propio Brånemark matizó en una de sus últimas entrevistas, a pesar de la indudable importancia del material, la auténtica pregunta era «por qué el organismo no lo rechazaba», y ahí es donde él tuvo mucho que aportar. 

Los primeros campos en los que aplicó la osteointegración tras descubrirla fue la ortopedia y la cirugía plástica, hasta que se dio cuenta del potencial que tendría en implantología oral y en prótesis de articulaciones y extremidades. 

Tras 10 años de pruebas con animales, finalmente desarrolló una técnica que aseguraba la aceptación del implante por parte del organismo: «No podíamos aplicarlo a personas sin más; ya había unas rudimentarias técnicas de implante que no daban muy buen resultado, y no queríamos que el nuestro fuese otro fracaso», aseguraba. 

Per-Ingvar Brånemark, el padre de la implantología dental moderna

Gracias a este descubrimiento, Brånemark, a quien actualmente se conoce como el «padre de la implantología dental moderna», recibió múltiples reconocimientos, entre los que destacan: 

  • Premio de la Sociedad Sueca de Medicina Soederberg. 
  • Medalla de la Academia Sueca de Ingeniería para la Innovación Técnica. 
  • Distinción de la Escuela de Medicina Dental de Harvard. 
  • Beca de Honor de la Sociedad Real de Medicina en Reino Unido. 
  • Doctor Honoris Causa de la Universidad Andrés Bello Chile. 
  • Doctor Honoris Causa por la Universidad Europea de Madrid. 
  • Premio European Inventor Award 2011 en reconocimiento a toda una vida de labor investigadora y clínica. 

Además, le ha valido dos nominaciones al Premio Nobel, una candidatura al Premio Príncipe de Asturias y más de 30 posiciones de honor en toda Europa y América del Norte. 

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