Cuando pensamos en la relación entre la alimentación y la salud oral, enseguida nos vienen a la cabeza las caries, y aunque son un buen indicativo, no son la única consecuencia oral de una alimentación descuidada. Es igual de importante el estado de nuestras encías o lengua, la presencia de placa o el aspecto de nuestras piezas dentales.

Aunque una mala nutrición no causa directamente enfermedades orales, sí crea las condiciones para que estas se agraven con más facilidad y rapidez.

Nuestra alimentación y su repercusión en nuestro organismo es un bucle infinito: si comemos bien, nuestro organismo cuenta con los nutrientes necesarios para funcionar de la forma adecuada, y, por ende, nuestro estado de ánimo mejora y nuestras ganas de seguir cuidándonos aumentan.

De la misma manera, llevar una alimentación adecuada mantiene nuestras bocas fuertes y sanas, con una capacidad masticatoria óptima, lo que nos permite seguir alimentándonos correctamente.

¿Qué hábitos alimentarios mejoran nuestra salud oral? 

Si nuestros hábitos alimentarios son uno de los factores con más repercusión en nuestra boca, ¿qué medidas podemos tomar para cuidar de ella a diario?

La ADA (Asociación Dental Americana) ya lo advierte: si nuestra dieta carece de ciertos nutrientes, «puede ser más difícil que los tejidos en la boca resistan una infección».

Déjanos darte varios consejos:

  • Bebe mucha agua. El agua mantiene la boca limpia e hidratada, elimina toxinas y evita problemas estomacales que puedan repercutir en nuestra salud bucal. Si no bebemos la suficiente agua, podemos favorecer la aparición de las bacterias responsables de la placa bacteriana, lo cual puede derivar en ácidos que desgastan el esmalte dental y que acabarán derivando en caries. Una boca hidratada, por el contrario, estimula la producción de saliva, con gran poder antibacteriano.
  • Sigue una dieta variada y basada en alimentos naturales. Basa tu dieta en alimentos naturales, abarcando los cinco grandes grupos alimentarios y eliminando, tanto como sea posible, el consumo de productos procesados y azucarados.
  • Consume alimentos ricos en flúor. Además de estar presente en pastas dentífricas y colutorios, el flúor también lo contienen alimentos como cereales, vegetales, legumbres, patatas, carne o lácteos. Estos remineralizan el esmalte y neutralizan la propagación de las bacterias orales.
  • Estimula la salivación para mantener limpios tus dientes y encías de forma natural. Para ello, incorpora a tu dieta alimentos crujientes y de alto contenido en fibra o frutas y verduras crudas (como zanahoria o manzana).
  • Consume riboflavina (vitamina B2), presente en huevos, lácteos, carnes magras y vegetales de hojas verdes, ya que su déficit ocasiona inflamación y grietas en la lengua y en los labios.
  • Evita alimentos de consistencia blanda o muy adhesivos, ya que pueden quedarse entre los dientes y afectar a su estructura. Además, estos alimentos pueden mezclarse con la plaza bacteriana naturalmente presente y promover la acción de las bacterias.

Y, como es obvio, no podemos olvidar mantener una adecuada higiene bucodental (cepillarnos después de cada comida, utilizar el hilo dental y colutorio), así como visitar a nuestro dentista regularmente.

¿Cuáles son los mejores alimentos para mantener nuestras bocas sanas? 

Cada tipo de dieta brinda una serie de beneficios o nutrientes.

Por ejemplo, mientras las dietas bajas en nutrientes frescos reducen las defensas de nuestra boca ante determinadas bacterias e infecciones bucales, hay dietas que ayudan a la flora bacteriana de nuestra boca se mantenga limpia y equilibrada, así como una dieta rica en calcio durante el crecimiento fortalece los dientes.

Hoy ahondamos en los dos últimos grupos, conformados por los alimentos más adecuados para mantener una salud bucodental óptima. Algunos de ellos son:

  • Queso. El queso ayuda a balancear el pH de la boca, reconstruye el esmalte dental y estimula la producción de saliva. Además, es rico en calcio y fósforo, minerales indispensables para la salud dental.
  • Frutas y verduras crudas. El alto contenido en agua y fibra de frutas y verduras como la manzana, el apio o la zanahoria es beneficioso para la limpieza dental, la producción de saliva y la protección contra las caries. Los polifenoles que contiene la manzana ejercen, además, una función antibacteriana, una capacidad que también tiene la cebolla.
  • Al ser alto en calcio y proteínas, el yogur es perfecto para fortalecer los dientes. Sus probióticos ayudan a eliminar las bacterias causantes de problemas bucales.
  • Té verde. Las catequinas del té ayudan a matar las bacterias de la boca y, por ende, disminuyen las caries.
  • Verduras de hoja verde. Las verduras de hoja verde están llenas de vitaminas y minerales; su alto contenido en calcio fortalece el esmalte dental.
  • Son fuente de calcio y proteínas, además, como todos los alimentos naturalmente duros, fortalecen la mandíbula.
  • Arándanos. Muy eficaces en la prevención de periodontitis gracias a su alta capacidad antiinflamatoria y antibacteriana.

Vitaminas fundamentales para mantener la salud oral

  • Flúor: ayuda a proteger el esmalte de su desgaste y de las caries.
  • El calcio y Vitamina D: fortalecen los dientes durante su periodo de formación.
  • Vitamina B2: protege de aftas, úlceras o descamación de la mucosa de la cavidad oral, la lengua o los labios.
  • Vitamina K: ayuda a regular la coagulación de la sangre.
  • Fósforo: fortalece los dientes.
  • Vitamina A: favorece el adecuado desarrollo del esmalte dental.
  • Vitamina C: mantiene el colágeno en las encías y evita la enfermedad periodontal y la gingivitis.

Una buena relación entre la alimentación y la salud oral se erige sobre un sencillo principio: toma siempre decisiones saludables.

Es tan lógico como parece: cualquier alimento natural siempre va a ser mejor para mantener una salud bucodental óptima, mientras que hay hábitos contraindicados para ello, como es el consumo de alimentos ultraprocesados o con azúcares refinados, masticar hielo o consumir cualquier sustancia deshidratante como el alcohol.

Estos hábitos, además de ser perjudiciales para nuestra salud general, crean el ambiente perfecto para el desarrollo y ataque de bacterias en nuestra boca, responsables de enfermedades como la gingivitis o la periodontitis.

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